"Un hombre con una idea nueva es un loco hasta que la idea triunfa" Mark Twain
La idea de Fácula nos surgió a las locas creadoras una noche en la que hablábamos de la crisis de los 20 años. La crisis de ver hacia atrás por primera vez para evaluar qué se ha hecho hasta el momento. La dolorosa etapa de darse cuenta que las herramientas ya están en nuestras manos y hay que usarlas, el momento de compararse. La hora de hacer.
El resultado de nuestra retrospección no fue muy alentadora, y aún menos cuando se comparaba. Sí que dolió ver que grandes personajes de la historia habían alcanzado muchos de sus objetivos y hasta nos dejaron su legado cuando no habían alcanzado los 20, ver que jóvenes de hoy están al frente de grandes emprendimientos enseñando al mundo entero lo que saben o son capaces de hacer. Y surgió la emergencia de hacer algo...
Exponer nuestras opiniones, ideas, (pocos) conocimientos y puntos de vista. Poder exponernos y expresarnos. No fue fácil, no lo es y nunca lo será. Ponerse de acuerdo, conformarse con lo que se va haciendo sin dejarse de exigir, no echarse atrás, no perder el entusiasmo, buscar un nombre. De largas selecciones, surgió Fácula: mancha brillante del sol. Sonó tan bien que algo brille más que el sol y que sin embargo sea una mancha, como una imperfección. La expresión precisa para decir que queremos exigirnos lo mejor, pero que a veces no es óptimo o no nos parece.
Ya no somos adolescentes, lo que es una desventaja porque ellos son los más creativos y los más apasionados. Todavía no podemos llamarnos adultas, un inconveniente si se quiere ser tomado en serio o se quiere estar más seguro de uno mismo. Somos jóvenes que hacen memoria para recordar las mejores ideas adolescentes y se esfuerzan para ser respetadas como cualquier adulto. Es por esto que esperamos que no dejen pasar de largo nuestra obra prestando la suficiente atención para comprender lo que exponemos.
Más que objetivos, nos hemos planteado anhelos. Algunos de ellos apuntan a la no desaparición de Fácula, a lograr que alguien aprecie nuestro trabajo. Pero principalmente queremos que llegue. Porque al fin y al cabo, lo mejor que le puede pasar a lo emitido, es ser recibido.
No se sientan obligados a halagarnos ni a criticarnos, sino que interpreten con total libertad y en su totalidad.
Ahora sí, Fácula está en sus manos. Devórela y buen provecho.
Las creadoras y hacedoras de Fácula.
[Prólogo publicado de forma impresa en la primera edición de la revista en septiembre de 2.000]
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